La orden del Temple

lunes, 5 de abril de 2010



Pues bien, hoy he recordado la época medieval, que además de ser apasionante es muy interesante, claro que vivir en esa época es un tanto dificil si no se es noble.
Aquí estaba yo, en Francia, viviendo ya como un campesino sin dinero y sin tierras. Así que la forma más factible de ganarse la vida en esa situación era la de dedicarse a la vida religiosa, al cristianismo. No era el único que pensaba así, y muchos monasterios estaban llenos. Conocí a más hombres en mi situación y en consenso decidimos formar nuestra propia orden, La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (más comunmente conocida por la orden del temple y nosotros como caballeros templarios), a finales de 1118 y liderada por mi buen amigo Hugo de Payens, y nuestro símbolo una cruz roja.
Pronto la orden fue atrayaendo a gente, muchos eran soldados expertos y formamos una fuerza militar, y los que no combatían hicieron una gran labor económica, con la que se construyeron muchas fortalezas hasta en Tierra Santa.
Al poco tiempo logramos tener un gran poder, y nuestro principal objetivo era el de proteger Europa de la amenaza vikingas y, sobre todo, la Tierra Santa de manos de los musulmanes.
Mi principal objetivo, en cambio, además de subsistir, era el de resolver algunos enigmas de la iglesia, que desde tiempo inmemorial había estado ocultando tesoros de todas las épocas y objetos de un valor incalculable que sobrepasa la razón humana. Hasta pasados muchos años y demostrada la fidelidad de la orden en las cruzadas a la iglesia y al papado nos convertimos no solo en los guardianes del cristianismo sino tambien de sus tesoros, aunque no todos los secretos se nos eran revelados.
A partir de este momento la orden se hizo más inaccesible, había que cumplir ciertos requisitos para entrar y desde luego no se podía salir así como así.
La expansión de Europa engrandecía las riquezas que ganaba la orden y los tesoros importantes eran almacenados en unas catacumbas secretas en lo que en su tiempo fue el Templo del rey Salomón.
Mi fascinación e interés estaba lejos de las batallas, no se me daba mal la esgrima, pero mi función era la de estratega. Al ser uno de los fundadores mi entrada a las catacumbas estaba más que autorizada, y aprovechaba para hacer inventario de lo que allí había, pergaminos de la biblioteca de Alejandría, estatuas egipcias, griegas y romanas, joyas enidas de todos los rincones del mundo, oro, etc... Sin embargo al fondo de todo había una sala cerrada por una pared de piedra y en la que solo el Papa podía entrar, ya que él tenía la llave.
Conforme pasaban los años la expansión europea fue perdiendo fuerza mientras que el poder islámico iba creciendo, haciendo peligrar la tierra santa. La desconfianza de la iglesia sobre nosotros los templarios crecía y viceversa.
Pronto nos pusimos a investigar y empezamos a encontrar los evangelios apócrifos que nos contaba una historia de Jesús algo diferente, esto lo mantuvimos en secreto y ademas quedaba el detalle de la camara oculta de las catacumbas.
Conseguí convencer a los principales dirigentes templarios para conseguir la llave que custodiaba el Papa, y ver que se escondía detras de aquellos muros de piedra.
Un infiltrado nuestro se ganó la confianza del Papa y se la arrebató.
El tiempo no corria de nuestro lado, una vez llegamos a las catacumbas (el papa se encontraba en Jerusalén, donde nos encontabamos, por la fuerte oleada de ataques musulmanes que estabamos sufriendo), nos dispusimos a abrir la puerta, nos encontrabamos allí el nieto de Hugo de Payens (y por si os lo preguntais, mi longevidad y apariencia joven era adjudicada por los devotos a un milagro divino por servir a Dios), tras encajar la llave en el único lugar posible y resolver un puzzle el muro se abrió, y allí encontramos maravillas, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Había montones de objetos, como el arca de la alianza, el baston de Moisés, el caliz de cristo, pergaminos... etc. Cuando nos dispusimos a coger esos objetos todo tembló, nos estremecimos, de repente comenzaron mas temblores y vimos como se iba viniendo a bajo todo, la salida había sido bloqueada. Por suerte por la sala que habíamos abierto había un conducto por el cual pudimos escapar dejando todas las riquezas y tesoros atrás. La batalla había acabado con la derrota cristiana, el templo sobre el que estaban las catacumbas fue destruido, y ante esto y el descubrimiento del robo de la llave robada el papa mando la ejecucion de gran parte de los templarios que quedaban.
Nos dieron por muertos y decidimos desaparecer para no volver nunca más. Yo emigré a España donde me quedaría un tiempo preparando a que se tranquilizase todo para un día volver y recuperar todo lo que pueda de ese tesoro.
La desaparición de la orden del temple en 1312 de esta forma dio lugar a muchas leyendas y especulaciones, muchas de ellas encaminadas a la realidad y otras muy fantasiosas. Algún día os contaré que fue del tesoro, pero no os diré su localización exacta.
Ahora solo me queda decir: Non nobis, domine, non nobis sed nomine tuo da gloriam.

2 comentarios:

Miaka dijo...

Hijo mio, que imaginación tan fascinante tienes, me sorprendes por momento, haces que me meta en la historia enteramente, muy bien escrita y muy buena!*_*
Quiero leer las siguiente >_<, por lo menos no abandones el blog, aunque escribas de año en año, por favor, eres buenísimo ^^
Un saludo (K)

Kyô dijo...

Que pelota es mi prima xDD

No hombre, en realidad escribes bien, y contigo se aprende

Una buena lectura

Sigue asi

La caja de música